20 julio 2013

la calma

I. hacía ocho años que no venía por la vieja casona familiar. al volver a verme en los mismos escenarios me acuerdo del que fui, de cómo fui, y me veo cómo soy y puedo ver con nitidez la llegada de La Calma. como se ha ido apoderando de mí, La Calma, y cómo ahora yo soy mark knopfler. yo soy un mark knopfler cano y calvo en camisa blanca lleno de Calma y conduzco y me conduzco muy despacio. soy ahora, parece, el viajero más lento. soy un hombre lento y certero. es claro que este hombre que yo soy ahora no le interesa a nadie salvo a quienes le rodean, si acaso. todo me adelanta a gran velocidad por la izquierda. creen que me adelantan porque se mueven rápido y muy aspavientosos, pero yo ahora doy un golpe o dos a la hora. uno o dos que me pienso mucho. acepto mi condición de unfollowed. no le hace ninguna, pero ninguna, gracia a la gente esta calma. acepto y abrazo mi condición.

II. hungría está hoy muy presente porque hoy que soy ya mark knopfler y no hago largos punteos barrocos sino solo amagos y vivo en la economía del gesto, haciendo solo lo certero, recuerdo que mi padre era un húngaro judío. hoy, en este homenaje a la hungría judía, imre kertesz deja unas reflexiones poderosas en el país.

III. telecinco y yo habitamos realidades paralelas que nunca se cruzan. no cortarse con telecinco en ningún punto le hace a uno apátrida al parecer. me vale.

IV. me baño con los perros en acantilados, en playas llenas de piedras, recordando la vieja amistad entre henry miller y lawrence durrell. todos los veranos se hace el tiempo de volver a el cuarteto de alejandría, lejos de las televisiones y cerca de la fruta, en la gran verdad griega.

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