11 enero 2011

mc enroe, muñoz molina.

I. como un mc enroe cualquiera al resto, he decidido que la presión viva en el campo del otro. que resida allí. resto y subo. la bola allí. al otro lado. todo el tiempo que pueda. el cordaje al 23. saco y subo. resto y subo. subo y subo. la bola allí.

II. como un guardiola cualquiera, la presión en el campo del otro. la pelota es mía pero vive allí. allá a lo lejos. mi mitad de césped, verde. el del otro, pisado, marrón.

III. en don delillo no hay trama. en vila-matas tampoco. ¿para qué? viajes que me llevan a sitios ya conocidos, sitios turísticos llenos de restaurantes globalizados, tan horribles en la puerta del sol como en times square, feo como oxford street.

IV. el maestro muñoz molina vagabundea errante por las calles de nueva york perdido, sin rumbo, con su moleskine y su boli, con los ojos abiertos, mirando afuera para que le pasen más cosas dentro. para que no le dejen de pasar.

3 comentarios:

  1. Papuchi11.1.11

    El hambre de ver cosas, la tremenda curiosidad, de generaciones vividas en un pueblo de Jaén,hambre de cultura.Sólo por la cultura y por la ética se redime el hombre.Hay que asociarse para aprender a formar sociedades cada vez más cuidadas/ cuidadosas/ estimulantes y controlar lo negativo:miedo/odio/stress...envidia/ resentimiento.Debería haber afinadores del espíritu como los hay de pianos.

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  2. Anónimo11.1.11

    Los hay, Papuchi, tu hijo es uno de ellos

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  3. Anónimo12.1.11

    Guardiola gestiona la presión como Mahler sus sinfonías, paradigma del caleidoscopio. No basta con estar un ochenta por ciento del tiempo en el verde contrario; mientras, durante ese espacio de tiempo es necesario provocar. Provocar con gusto e inteligencia. En estos tiempos de zafiedad y asignación de enormes beneficios a la mala educación (ya ni siquiera a la ignorancia, que ha de ser agresiva para ser rentable), nos queda el culto a la elegancia; indumentaria (si possible) y desde luego mental. Quienes defienden el signo de Mou no lo pueden entender. Y lo importante no es contar historias, sino decir. Por eso Muñoz Molina, de la estirpe de los viajeros inmóviles, afina.
    Ah y Valenciano, quizás más que un afinador de espíritus sea un sommellier de almas.

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