23 septiembre 2013

isco, márquez, koke. vivir preoupado, vivir la alegría

I.  miro a isco, a márquez, a koke y pienso que el secreto (talento innato aparte) está en que son alegres, no están angustiados o preocupados. están en tres cuartos de cancha tranquilos, relajados y alegres. sin miedo. sin angustia. sin preocupaciones. no encogidos. desplegados y atrevidos. seguros. ocupando con naturalidad ese espacio, ese lugar. la vida es para ellos un escenario para crear, para disfrutar. el mundo es para ellos un tapete de billar verde sobre el que desplegarse. el suelo no es ajeno, no es extraño. el suelo es propio. lo pisan como si fuera suyo, como si fuera una extensión de sus pies. les pertenece el suelo. ni siquiera lo necesitan pensar, todo esto. todo esto ocurre de un modo natural. para ellos es así.

II. pienso en qué es lo que hace que sea así y no de otra manera. se me ponen delante de los ojos: el pasado, el presente, el futuro, la Realidad y los Otros.

III. fantaseo un pasado. ¿acaso nadaron, muy niños, en una marmita de tranquilidad, de confianza cálida, que les dejó una impronta a seguros? en la casa, imagino, el clima era tranquilo, sin gritos, sin grandes hostilidades, sin estridencias. hacia las seis de la tarde había un aroma a galletas o a bizcocho en el horno de la casa que lo impregnaba todo. a veces, alguien canturreaba. no creen que se pierdan, siquiera lo piensan, pero hay una copia de seguridad en casa.

IV. el presente es la Realidad exterior. ¿gozan acaso de una realidad menos hostil que otros o es la misma? ¿acaso no tendrán motivos personales para estar angustiados? ¿hasta qué punto son influenciables para mal, es decir, perturbables, descarrilables, desalojados de la alegría por lo externo? aquí me auxilia la Mala Rodríguez, esa personalidad. leí una entrevista en la que el periodista venía a acentuar el peso de las realidades externas, de los acontecimientos reales, en una persona. ella contestó: "sí, hay huracanes". como queriendo decir, de huracán para abajo no cuenta. tiene que ser de huracán para arriba.

V. luego están los Otros. creo que era sartre el que decía que el infierno son los demás, pero pudiera ser cualquier otro porque los existencialistas franceses se me mezclan en la cabeza en una nebulosa vaga. supongo que hay otros alrededor que quieren que isco, márquez y koke vivan preocupados como ellos. las personas atormentadas desean que los demás vivan atormentados para no sentir el cuchillo helado de la envidia. ¿son también relativamente impermeables a su influencia?

VI. preocuparse de forma puntual es natural. vivir preocupado, vivir en la preocupación, instalado en ella,  cierra (gas, grifo). el fenómeno parece pretender ejercer un control. impedir algo. pero lo cierto es que no impide nada. bueno, sí. vivir preocupado impide crear, impide desplegarse, sacar a pasear los caballos del ferrari interior. se pierde potencia y regusto. lengua amarga, recorrido corto.

VII. tengo yo un amigo nacido para vivir buscando el pincho de tortilla verdadero con coca cola durante las mañanas laborables de los demás y ese es su arte y forma.

02 septiembre 2013

la lluvia de agosto

había yo contemplado muy seriamente no entrar ya nunca más en este blog. no cerrarlo sino dejarlo abandonado y que fuese una parcela de adosado con las malas hierbas altas y enormes y la puerta enrobinada y un juguete de niño en desuso tirado en medio y por ahí pero he aquí que de repente me entraron unas ganas feroces de decir que soy ahora la lluvia de agosto y abrí la puerta y lo dije. soy ahora la lluvia de agosto.

el mosquito tigre y el salto holandés.

I. el más perjudicado, sin duda, por este "salto holandés" es el mosquito tigre de la costa mediterránea alicantina a quien hemos dado esquinazo precisamente con este salto holandés.

II. las vacaciones son, ante todo, vacaciones del Yo. qué menos que dejar de ser uno mismo un rato. yo nunca soy Yo. durante el año normalmente yo soy mark knopfler y en algún momento muy puntual soy neil young si necesito serlo, pero normalmente yo nunca puedo ser Yo. pero hasta de ser mark knopfler se cansa uno. todo el año siendo un virtuoso guitarrista de quien me dicen que se mofan en los foros de guitarra los más jóvenes porque ya no es tan rápido con los dedos. ahora soy un holandés rodante en una bici reciclada bajo la lluvia de agosto. a veces soy la bici misma y otras veces, esto no lo tengo aún perfeccionado, soy la lluvia de agosto.

III. no entienden que si vamos más lentos no es porque no podamos ir más rápidos, sino porque queremos, de hecho, ser lentos. en el mástil y en el pedaleo. yo no debiera estar puntualizando esto porque estoy de vacaciones y ya he dicho que me tomo vacaciones del Yo pero me irrita que se metan con un amigo.

IV. "(...) era como si viviera no para vivir, sino para ya estar muerto. ahora todo tiene otro ritmo, vivo fuera ya de la vida que no existe. a veces me detengo a mirar el curso de las nubes, miro todo con curiosidad flemática de diarista voluble y paseante casual: sé que hago reír pero ando yo caliente. y cuando escribo en casa, me acuerdo de los días en que era muy joven y en esa misma mesa de siempre comencé a escribir y para mí hacerlo era apartarme, detenerme, demorarme, retroceder, deshacer, resistirme precisamente a esa carrera mortal, a esa frenética velocidad general en la que después acabé viéndome involucrado" enrique vila-matas, dietario voluble.

V. el mosquito tigre, según consigo recordar de cuando yo era un finísimo guitarrista escocés, es una mala bestia, delgada o invisible casi, que te pica y ni siquiera es por la sangre. es un sadismo no alimenticio tipo monarca en botswana el mosquito tigre.

el viaje metálico de ulises

I. llamábamos a las empresas y ya solo nos contestaban las máquinas. máquinas de voces. voces de máquina, ya no sabíamos muy bien. máquinas metálicas grises en un paisaje de fin del mundo. el fin del mundo ya no era ni siquiera desierto, polvo, ruinas, destrucción, carne y apocalipsis. el fin del mundo era, ahora, caer en un embudo metálico que funcionaba como un frontón metálico. con ese sonido. rebotábamos. no traspasábamos el umbral casi nunca. si era para salir, entonces no la cruzábamos "nunca". si era para entrar, la palabra se llamaba “a veces”. si pasábamos, si cruzábamos, contestaba una voz sudamericana. ahí nos entendíamos menos, peor de lo que nos hubiera gustado a ambos, a sudamérica y a españa. si saltabas ese foso te contestaba uno castellano, uno con voz de bien alimentado. en medio de estos pasos tenías que valorar el servicio recibido. por favor, valore el frontón. por favor, valore a sudamérica y al bien alimentado. era bueno llevar cantimplora y tiempo. la gente no estaba bien pero las máquinas de frontón estaban peor. en un nivel nos hablaban de su deseo de satisfacer al cliente más allá de las expectativas de éste, esa decía ser su misión. en otro nivel, sin embargo, nos hablaban solo máquinas. la ventaja de las máquinas era que la violencia contra ellas era inútil. no funcionaba. no se movían las máquinas. encajaban muy bien los enfados las máquinas. eran, también, máquinas de no ceder. inconmovibles. rebotaba lo bueno y lo malo y lo neutro. rebotaba todo. los clientes eran y estaban rebotados. eran baratas las máquinas. la inversión de grabar las voces una vez. un telón de acero separaba a las empresas y a los clientes. si fallaba el telón de acero entonces había laberintos, emboscadas. con frecuencia, las emboscadas laberínticas de las que no se salía, el viaje metálico de ulises, eran también máquinas de voces y teclados.

II. la mayoría de estas empresas bunkerizadas eran empresas de comunicación. prestaban contenidos. esos contenidos eran televisiones de pago, telefonías, empresas informáticas. las contratábamos para hablar con alguien que no fuese una máquina. para tener de qué hablar con alguien. para ver un partido y comentarlo con alguien o con muchos, para llamar a alguien y decirle que queríamos quedar para cenar y charlar, para invitar a vernos. "en persona" lo llamábamos.
III. no hablábamos ya casi de forma directa en persona con nadie. estábamos ocupados trabajando para poder pagar los servicios de esas empresas que nos permitirían hablar con ellos. por eso no podías simplemente salir a la calle a hablar con nadie porque directamente en la calle no había nadie. necesitábamos esos intermediarios. un whatsapp, un mensaje, una llamada, un mensaje directo, un privado, un tweet, para quedar con una voz humana. 

IV. para llegar a quedar con alguien y hablarnos, había que atravesar los bunkers. éramos los nuevos alejandro magno.

V. así eran nuestras vidas. antes.