15 mayo 2011

el final de las cosas (II)

I. leía un artículo profesional para preparar una clase. el artículo venía a decir que los finales de las cosas son mucho, pero mucho más cutres de lo que nos dijeron que serían. el autor del artículo fue adiestrado sobre cómo debía acabar el proceso al que él se dedicaba. que a aquellos que le enseñaban a él, les terminaban las cosas muy bien terminadas. el espíritu crítico, la experiencia de que esto no era así, como le habían enseñado, más la fortaleza mental para darse cuenta que estos finales no eran el resultado de que él lo hiciese mal, le permitió escribirlo. le permitió desvelar que le habían engañado. tal vez no con mala intención. tal vez necesitaban mentirse y mentirle. no por qué sino para qué. el para qué es el nuevo por qué. el para qué es la función que sostiene.

II. hubo un primer tiempo de decepción. de decir, joder, vaya mierda y un segundo, de alivio. el alivio vino con la aceptación tranquila (no resignada, no resentida) de la cutreza. de la cutreza de él, de la cutreza de los finales y hasta de la cutreza de los procesos. la aceptación de la naturaleza cutre de las cosas no le hizo abandonar. era más probable que la insatisfacción por no llegar a los grandes finales dorados le hubiera hecho abandonar. more likely. la aceptación de esto le invitó, de hecho, a profundizar. a enamorarse más. a enamorarse mejor de su disciplina.

III. no nos gusta pensar en el final de las cosas. no nos gusta hablar ni escribir sobre el final de las cosas.

IV. se pregunta qué es lo que hace que las relaciones se acaben.qué hace que se dé por finalizada una relación de afecto prolongada. cuáles son los supuestos. los sospechosos habituales.

1 comentario:

  1. Papuchi-franmartin200916.5.11

    Todo final de las cosas-salvo quizás la muerte para los no creyentes-no es realmente el final sino el fin del capítulo.Los finales de las cosas es cuando nos apeamos,no porque realmente finalizen,como en el amor que podría ser más largo si uno tuviera suficiente paciencia, pero nos entra la prisa y zás, por eso los fines son cutres
    porque les falta el aroma, la épica de lo inmortal, lo imperecedero.

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