17 septiembre 2011

cuando el barco ya no está (más)

I. recibo señales. señales sutiles pero inequívocas que me llevan al atlántico. están por todas partes. les haré caso. es ya casi a lo único a lo que le hago caso. a las señales.

II. miro tranquilo a el fenómeno de "la queja". como si le diera al pause. la queja suele mover las aguas del que la escucha impidiendo así que exista en él el pensamiento. la capacidad de pensar. pero como le he dado al pause, observo el fenómeno fría, analítica, desapasionadamente. como el que mira un monumento.
entiendo que la función de la queja es que las cosas no sean como son. que cambien. ya. pero las cosas son más inconmovibles que todo eso. las cosas miran a las quejas y a los que se quejan como las vacas al tren. con esa extrañeza del que no comprende.

III. es temprano. nunca dejo de ver en esos curas que caminan por las calles, con sotana larga negra, a los asesinos de don tomassino. no aprieto el paso. a ver si disparan.

IV. veo en el calderón aclamar a diego. al nuevo ídolo. pienso que muchos verán como artificioso que allá donde hace dos días aclamaban al kun o a forlán, ahora aclamen a diego. pero es la vida. y es también la capacidad para hacer duelos. la capacidad para conservar lo bueno que te han dejado aquellos que te han dejado mucho bueno y algo malo y que lo malo no destruya a lo bueno que quedó. ahí la gratitud. esto noto que les resulta más difícil con los viejos amores. nuevas etapas, viejos amores. el rencor, que se anuda como barco a punto de amarre. la gratitud que permite dejar zarpar. conservar algo bueno de aquel barco adentro. cuando el barco ya no está. cuando el barco se fue. lo queremos todo. no queremos dejar ir nada. así no se puede.

V. lo ausente no es ausente por ausente sino por destrucción, por aniquilación de su huella.

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